Esta semana los Obispos de México nos reunimos en nuestra
102 asamblea general. Toda nación tiene una conferencia episcopal que, reunida
en varias ocasiones anualmente, siempre en comunión y obediencia con El Obispo
de Roma, el Papa Francisco; estudiamos, dialogamos y proyectamos acciones
pastorales que en fraterna comunión con todas las diócesis, vayamos realizando,
respondiendo al llamado del Buen Pastor y a los desafíos de las realidades del
pueblo que requieren una respuesta de todos los que formamos, desde nuestro
bautismo, la Iglesia fundada por Cristo.
Estamos trabajando en el proyecto global de pastoral al 2031
(conmemorando 500 años de las apariciones de la Virgen de Guadalupe) y 2033 (2,000
años del misterio de la Redención), que en varias etapas toda la Iglesia en
México iremos realizando. Es una mirada de largo alcance llena de esperanza
cierta y fundada en la fe. Es necesario hacerlo así para no improvisar y además
para poder influir en el desarrollo humano que con los valores del Reino de
Dios, logrará que nuestro País en Cristo
tenga vida digna. Todo ello hace reflexionar a todos los que formamos la
Iglesia, cómo estamos viviendo nuestra espiritualidad, nuestra comunión eclesial, cómo ser positivos
y propositivos en la Alegría del Evangelio.
En la recta final del jubileo de la misericordia, les invito
a sentirnos llamados a actualizar, cada uno de nosotros, las experiencias de la
ternura de Dios misericordioso y así, más alegres y fortalecidos, vivamos
nuestra vocación cristiana construyendo desde nuestro corazón, familia,
parroquia y nuestra sociedad, el Reino de Cristo que, con la esperanzadora
presencia de nuestra Madre Santísima de San Juan, ya disfrutamos.
Con mis oraciones y mi bendición: + Mons. Jorge. C. A.
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