martes, 8 de noviembre de 2016

Muy estimados hermanos en el Señor:


Hemos iniciado ya el mes de noviembre y le damos gracias a Dios por la santidad suya que nos ha trasmitido, Él es el Santo, el Señor y Rey de todos, pero igualmente nos hace partícipes de su gloria y de su santidad, de esta manera nos da todo lo que necesitamos para ser Santos: su Espíritu Santo, la gracia, los sacramentos, la caridad, vivir como iglesia, y muchas otras cosas más.
Por eso les invito de corazón a crecer en santidad, que no es cualidad solo de algunos, es una fuerza que Dios nos ha dado a todos, es una meta que Dios nos ha puesto  a todos, por que a todos nos ha dado el ser hijos de Dios,  nos ha dado múltiples gracias, como ya he escrito más arriba.
Así pues, motivados por el ejemplo de los Santos que ha habido a lo largo de la historia de la Iglesia - mártires, escritores, doctores, vírgenes - todos nosotros podamos, iluminados por ellos, conseguir crecer en santidad. El papa Benedicto XVI en su momento escribió: “Santos son los amigos de Jesús”.  Que así nosotros podamos lograr ser amigos de Jesús.
Les recuerdo que estamos por concluir el año jubilar extraordinario de la Misericordia. El domingo 13 de noviembre todas las Diócesis del mundo terminaremos el año jubilar, pero  en nuestra Diócesis tendremos el 16 de noviembre una oportunidad para agradecer por todos los frutos de este jubileo en nuestra visita a Cristo Rey, en el cerro del Cubilete; y el 20  de noviembre tendremos en la catedral a las 7:30 de la noche una acción de gracias, también en la fiesta de Cristo Rey, que nos recuerda el grito con el que murieron nuestros mártires: ¡Viva Cristo Rey! Así nosotros, ante las diversas situaciones de violencia y de modos de pensar incompatibles con la fe, estamos llamados a proclamar con nuestro testimonio y con nuestras palabras: ¡Viva Cristo Rey!
Con estas intenciones les invito a seguir disfrutando y a seguir conociendo la vida del santo a quien más le tienes devoción pero, igualmente, la vida del santo cuyo nombre llevas y de una manera privilegiada démosle un lugar muy especial a nuestra Madre Santísima, la Virgen María. Ella que cumple todas las expectativas de la santificación con el sí que le dio a Dios y lleva adelante la alegría de la Salvación en su corazón. Ella nos invita a vivir como iglesia, les encomiendo a ella, para que este mes de noviembre sea muy provechoso.
Les invito también a orar por nuestros difuntos, el día 2 hemos celebrado la conmemoración de nuestros hermanos fieles difuntos; que todos nosotros recordemos con cariño a los que nos enseñaron, aquellos que conocimos, los que oraron por nosotros, y aprovechando la indulgencia de este año jubilar, ofrezcamos esta gracia por ellos y con los valores que nos han enseñado  construyamos nuestras vidas, nuestras comunidades parroquiales y nuestra sociedad Jalisciense.
Dios les bendiga, les encomiendo a nuestra madre santa la Virgen de San Juan.
¡Por tu limpia concepción y belleza sin igual, cúbrenos con tu manto Madre Santísima  de San Juan!


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