lunes, 22 de febrero de 2016

Bienvenido “Pastor con olor a oveja”



Llegó el momento en que el Santo Padre Francisco pisara tierra azteca por primera vez, y por ello, las calles de la Ciudad de México se pintaron de colores blanco y amarillo (además del tradicional verde, blanco y rojo) ello como muestra de la unión entre uno de los países más ricos en cultura y tradición (México) y el país más pequeña del mundo (Vaticano).
Por fin se llegó el momento en que el Santo Padre se encontrara con un pueblo Mariano, que luego de haberlo estado esperando desde hace más de dos años (desde su elección Papal) el 12 de febrero del 2016, el sucesor 266 de San Pedro, llegara a las 19:20 hrs al aeropuerto internacional de la Ciudad de México.
Horas antes de que aterrizara el avión, que trasladó al Papa Francisco, el hangar presidencial se fue llenando poco a poco de fieles católicos, representantes de la iglesia Mexicana, representantes de las autoridades civiles y prensa; mismos que serían los encargados de dar la bienvenida al Vicario de Cristo en la tierra.
Dentro de los preparativos que se tuvieron para la bienvenida del Santo Padre, se planeó una muestra de la riqueza cultural que engrandece a nuestro país (mediante bailables folklóricos y música regional mexicana) mismos, que de alguna manera, le dirían al mundo entero que esta tierra estaba más que preparada para recibir a  S. S. Francisco; pero no sólo esto, sino que las porras, los vivas y muestras de cariño se hacían cada vez más presentes, escuchándose, “¡Francisco, hermano, ya eres mexicano!”.
Una vez que Francisco pisara suelo mexicano y que el Nuncio Apostólico en México, D. Christopher Pierre diera la bienvenida, a bordo del avión papal, al Santo Padre fue saludado por el presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Lic. Enrique Peña Nieto y su esposa la Sra. Angélica Rivera de Peña; quienes, en conjunto recorrerían una alfombra roja para saludar a parte de los ahí presentes.
Finalizada esta breve ceremonia de bienvenida, Su Santidad, abordó el papamóvil, en el cual, recorrería por primera vez alguna de las avenidas principales de la Ciudad de México hasta llegar a la Nunciatura Apostólica.

Fue así como el “Misionero de la Misericordia y de la paz” recibiera la primera muestra de cariño de un pueblo mariano.  
Por: Héctor Javier Álvarez Romero, corresponsal.

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