SE CASARON Y VIVIERON FELICES ¿PARA SIEMPRE?
Fracasos
matrimoniales; una reflexión desde la praxis de Tribunales Eclesiásticos
Francisco Javier Jiménez López
Abogado y Licenciado en Derecho Canónico
«Me cela, porque me
quiere»; suelen decir aquellos que en la búsqueda
de la felicidad deciden unir sus vidas no obstante las múltiples
manifestaciones de violencia en su noviazgo.
Hemos venido
insistiendo, en entregas anteriores, en la noción del matrimonio cristiano como:
«La alianza
matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio
de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y
a la generación y educación de la prole… elevada por Cristo Señor a la dignidad
de sacramento entre bautizados» (c. 1055 § 1). De tal
manera que con su celebración los esposos deciden crear un proyecto de vida
para alcanzar juntos su plenitud (Cfr. Ignacio Pérez de Heredia y Valle;
cometario al canon 1055, Código de Derecho Canónico, Edicep, Valencia, 1993,
470).
En virtud de lo
anterior, se entiende que familiares y amigos cercanos adviertan a los jóvenes
sobre la inconveniencia de casarse cuando en sus relaciones se han presentado
brotes de violencia; circunstancia que hoy en día cobra particular interés por el
hecho de que se encuentra presente en un 76% de los noviazgos de jóvenes mexicanos entre
los 15 y 24 años de edad; una encuesta reciente refiere que: «Sobre los motivos que
ocasionan el enojo con la pareja, 41% de los hombres respondió que se molesta
por celos; 25.7% porque su pareja tiene muchos amigos y 23.1% señala que su
pareja se enoja de todo sin razón aparente. En tanto, 46% de las mujeres dijo
que se molesta porque siente celos, 42.5% porque su pareja queda en algo y no
lo hace y 35% porque considera que es engañada» (http://www.conapo.gob.mx/es/CONAPO/13_de_febrero_Informacion_estadistica_sobre_las_relaciones_de_pareja;
Cfr. http://www.quadratin.com.mx/sucesos/Afecta-violencia-en-el-noviazgo-76-de-parejas-en-Mexico/).
Como
se puede observar, los celos son una de las principales causas que generan
violencia durante el noviazgo; y como causa de fracaso matrimonial será objeto
de nuestro análisis en esta ocasión; toda vez que en casos concretos pudieran
incapacitar a la persona para asumir las obligaciones esenciales del matrimonio
y dar lugar a una declaración de nulidad
matrimonial por parte de un Tribunal Eclesiástico.
Ahora bien; los celos
son descritos como: «Sospecha,
inquietud y recelo de que la persona amada haya mudado o mude su cariño,
poniéndolo en otra». Tomando en cuenta esta definición del
diccionario de la academia de lengua española podemos adelantar que cuando en
una relación de noviazgos él, ella o ambos son celosos, la lógica indica que encontraremos
una serie de comportamientos que darán lugar a una relación sumamente
disfuncional y problemática.
Cuando los celos son
por parte del varón, este pretende tener el control de todas las actividades de
la novia; la sigue y espía; si suena el teléfono le pregunta desesperado quién
es; le prohíbe amistades y le dice a quién sí y a quién no puede saludar; si
llega por ella para salir a algún evento la regresa y le exige que se cambie de
ropa por considerarla provocativa; se molesta y echa pleito porque otros
muchachos la ven; le reclama fuerte cuando la encuentra platicando con algún
amigo; le revisa su celular y no respeta su privacidad exigiéndole como «prueba de amor»
su contraseña del face.
Mientras que cuando
la celosa es ella, además de reproducir muchos de los comportamientos
enumerados, suele molestarse cuando otra mujer saluda a su novio de beso o cuando
éste sale con los amigos; llega a manifestarse sumamente posesiva llamando por
teléfono todo el día para saber dónde está.
Cuando la dinámica es
definida por los celos de los novios, su relación es cerrada y dominante; sus
inseguridades dan lugar a discusiones continuas y con cierta regularidad hacen
sus «panchos»
insultándose y agrediéndose delante de otras personas; pasando a veces de las
palabras a los hechos, de los empujones a los golpes y cuando eso ocurre, lejos
de analizar de manera crítica sus actitudes, suelen dar solución con un
disculpa y un beso; explicando que su comportamiento se debe al gran amor que
sienten.
Ahora bien, suele
suceder que todo mundo advierte que una relación donde hay celos raya en lo
enfermizo, circunstancia de la que generalmente ninguno de los novios toma
consciencia; y si acaso uno de ellos llega a darse cuenta de que la calidad de
su relación indica que está condenada al fracaso, y por tal motivo decide dar
por terminado el noviazgo, la reacción del otro no se hace esperar y según su
desesperación pasará de pedir perdón a amenazar con causarle y causarse algún
daño físico con el argumento de que: «si no eres para mí, no eres para nadie».
Así pues, y no
obstante la evidente inconveniencia de casarse con una persona aquejada por los
celos, muchos deciden contraer matrimonio con lo que sus problemas del noviazgo
generalmente se multiplican. Ya casados, el celoso suele asfixiar al cónyuge y
prácticamente no lo deja vivir, le inventa amantes, le vigila y persigue, el
hostigamiento es la constante y debido a sus dudas e inseguridades le será difícil,
y a veces imposible cumplir con las obligaciones del matrimonio.
Tomando en cuenta que
una persona celosa encuentra serias dificultades para establecer relaciones
interpersonales sanas; valdría la pena reflexionar antes de llegar al
matrimonio creyendo aquello de que «Me
cela, porque me quiere».
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