“Que hermosos son los pies del mensajero que
anuncian la paz”
(Is 52,7)
Así
reza la cita bíblica de Isaías 52, 7en la Sagrada Escritura, y que bien podría
ser un slogan promocional para alguna causa misionera. Si bien en esta ocasión
no se ha escrito para ese fin, sí para ilustrar de alguna manera la gran
actividad misionera que muchos sacerdotes de nuestra querida diócesis hacen
dentro y fuera del país.
Con
mucha alegría recibimos el pasado 18 de agosto del presente año, en el
Seminario Mayor Diocesano de San Juan de los Lagos, sacerdotes y seminaristas a
los sacerdotes P. Sergio Abel Mata y el P. Alfredo Palacios, quienes, en un
espíritu de oración y fraternidad, nos compartieron sus experiencias de misión
en tierras lejanas, diríamos mejor: muy, muy lejanas, Rusia para ser más
precisos.
Comenzando
la eucaristía tanto seminaristas como sacerdotes esperábamos ansiosos el
momento en nos compartirían su experiencia, siendo el P. Sergio quien, a nombre
propio y del P. Alfredo tomó la palabra para, no solo hacer de nuestro
conocimiento las actividades que, a un año de su partida, han realizado, sino
para manifestarnos todo lo que Dios, a pesar de tantas limitaciones ha hecho a
través de ellos.
“Todo se nos dificultaba” “no
salíamos a la calle porque no sabíamos cómo nos verían las personas de allá”. Son algunas de las palabras que nos compartían al
estar platicando su experiencia, y es que no es fácil adaptarse a un estilo de
vida tan diferente al que se está acostumbrado; a una forma de ser tan
distinto, que no solo incluye la gastronomía, sino el clima, el idioma, a
cultura, etc. Sin embargo, el amor a Cristo, todo lo puede, todo lo alcanza,
todo lo vence y para ejemplo están estos dos sacerdotes que valientes han
emprendido una aventura muy distinta a la acostumbrada en un lugar en los que
se tienen planes de pastoral bien estructurados, fieles que asisten
regularmente a los eventos organizados, una piedad popular que le da sabor a la
religiosidad de la diócesis.
Sintiendo
el llamado de Dios, aunque quizás ingenuamente al principio, después fue
convirtiéndose en convicciones que ahora los motivan a continuar su misión, es
de alguna manera como lo expresaban al aceptar la invitación del Obispo a ir a
esas tierras. Cuando se entiende que el sacerdote tiene una misión universal,
es relativamente fácil aceptar semejantes invitaciones.
Jesús
en su mensaje es bien claro, “Vallan por todo el mudo y prediquen el evangelio”
(Cf. Mc 16, 15) y atendiendo a este llamado, estos dos hermanos sacerdotes has
decidido darlo todo por el evangelio. Han emprendido una aventura que, aunque
difícil, sin duda ha de ser para ellos una oportunidad de plenificar su
sacerdocio. Realmente que hermosos son los pies del mensajero que anuncian la
paz; la esperanza cuando pareciera que ya nada se pude hacer en un mundo en el
que la indiferencia religiosa impera, en un mundo en el que Cristo ya no es la
buena nueva para muchos. Sin embargo, aunque muchos no han aceptado aún el
mensaje evangélico, y así lo dejaban ver estos hermanos sacerdotes, por otro
lado, lo que pareciera que es poco, se convierte como la semilla de mostaza que
crece y germina.
Dios
bendiga el ministerio de todos los misioneros que se dan la oportunidad para
sembrar la semilla del evangelio en los hijos de Dios que aún no han oído hablar
de su amor Salvador.
Alejandro Gutiérrez Pedroza,
seminarista de tercero de teología.
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