En una solemne concelebración
Eucaristía en el templo parroquial del Espíritu Santo de Tepatitlán la
comunidad diocesana agradeció a Dios el don de la vida y el ministerio
sacerdotal del padre Victoriano Villaseñor Jiménez, confiados en que ahora está
gozando del premio de la vida eterna. El padre Victoriano nació el 2 de
noviembre de 1957 en Tepatilán de Morelos, Jalisco. Fue ordenado sacerdote el 1
de mayo de 1993 y desempeñó su ministerio sacerdotal en La concelebración eucarística, con cerca de
150 sacerdotes y un gran número de feligreses venidos de distintas partes de la
diócesis de San Juan y fuera de ella, fue presidida por el obispo de la
diócesis de Tacámbaro, monseñor Gerardo Díaz, quien, antes de ser obispo, fue
compañero en el ministerio del padre Victoriano, en la parroquia de María,
Reina y Madre de los Campesinos, en Tepatitlán. Partiendo de diversos textos
bíblicos, el padre Rafael Domínguez, quien pronunció la homilía ayudó a la reflexión
sobre el sentido de la muerte para un cristiano: “San Pablo, escribiendo a los
Filipenses a cerca de su propia muerte
dice “conforme a lo que aguardo y espero, que en modo alguno seré confundido;
antes bien, que con plena seguridad, ahora como siempre, Cristo será
glorificado en mi cuerpo, por mi vida o por mi muerte, pues para mí la vida es
Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si el vivir en la carne significa para
mí trabajo fecundo, no sé qué prefiero, me siento apremiado por las dos partes;
por una parte deseo morir y estar con Cristo, lo cual es ciertamente lo mejor
para mí; más por otra parte quisiera quedarme en la carne, porque eso sería
mejor para ustedes”. “El apóstol nos
presenta - continuó el padre Rafael -
los dos o tres primeros pensamientos que surgen en nuestra mente ante la
muerte. Como seres humanos tenemos esta alternativa: vivir o morir. Vivir para
la carne o morir para la carne y vivir para el Señor. Victoriano ¿qué hubiera
preferido? No lo sé, solo sé que ahora ha muerto para la carne pero que estaba cumpliendo su ministerio como
sacerdote, sencillo, alegre, en su parroquia y en su decanato, con su comunidad
y sus compañeros sacerdotes”. La comunidad de Cañadas de Obregón, lugar donde ejercía
últimamente su ministerio sacerdotal el padre Victoriano, ha llorado en poco
tiempo la muerte de dos de sus sacerdotes. En abril de 2013, luego de un
trágico accidente falleció el padre Roberto Pablo, y ahora, dos años después a
causa de un infarto muere el padre Victoriano. Dirigiéndose a sus familiares,
el padre Rafael expresó: “Si hay un dolor en la muerte es el que nosotros
sentimos por la muerte, pero nuestro seres queridos que se van, ya no sufren,
para ellos no hay dolor, el dolor es
para quienes nos quedamos. Ellos han pasado a la presencia del Padre. Subrayo
las palabras que hoy se nos han proclamado bellamente del libro de la
Sabiduría, capítulo 3:`En cambió, la almas de los justos están en las manos
de Dios, no les alcanzará tormento alguno.
A los ojos de los insensatos
pareció que habían muerto, se tuvo por quebranto su partida de entre nosotros ,
pero ellos están en paz ́”. Al final de la concelebración el señor cura Alberto Villaseñor, hermano del padre
Victoriano, expresó su gratitud ante las muestras de fraternidad sacerdotal y
la solidaridad de las personas de las distintas comunidades que se mantuvieron
durante estos días en oración. El Mensajero Diocesano se une a la acción de
gracias por la vida y el ministerio sacerdotal del padre Victoriano y ora por
sus familiares y amigos.
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