“Testimonio vivo”
“Y fueron aconsejados de que regresaran por otro camino” (Mt 2, 12)
El Viajero de los
Pueblos
Dar buen consejo al que lo
necesita. Suena difícil en un mundo tan individualizado poder tomar la opción
por ayudar alguien, y ante muchas ideas que nos proponen que los consejos
pueden caer mal, o ser no aceptos para quien los necesita la Iglesia nos propone
como una obra de misericordia esta frase que encierra en ella un gran sentido
de caridad, humildad y de sacrificio. Dar buen consejo a quien lo necesite es
estar en el momento adecuado con la persona y ayudarla en el conflicto que
viva. Es descubrir que siempre necesitamos de alguien que nos oriente y nos
apoye.
Viajando por Lagos de Moreno tuve
la oportunidad de presenciar un acto increíble que me ayudó a comprender el
gran valor de esta obra de misericordia. Conocía a Violeta, una joven alegre,
entusiasta y de gran apertura para con los demás. En una ocasión, que creo que
ella no recuerda, se acercó un compañero a platicar con ella. Él iba
destrozado, aturdido y confundido por lo que pasaba. Al poco, después de unos
minutos, el compañero estaba transformado. Mi curiosidad me llevó a preguntarle
qué le había dicho, o cómo lo había convencido de que su problema no era tan
grande. Ella me respondió con una sonrisa y dijo: “Él sólo necesitaba de
alguien que lo escuchara, que tuviera tiempo para él y que alguien se animara a
decirle lo que él ya sabía, para solucionar su problema”.
Fue entonces que comprendí que
más que tener las palabras exactas para dar un buen consejo, es necesario tener
la delicadeza de escuchar y regalar un poco de tiempo a quien lo necesita.
Además Violeta me enseñó que todos hemos experimentado momentos en los que
necesitamos de los demás y acudimos con quien sabes nos puede brindar
seguridad. Casi en todos los casos, sabemos las respuestas a nuestras
dificultades pero necesitamos de quién nos dé un consejo.
Cabe resaltar que dar un buen
consejo a quien lo necesita no siempre es grato, hay ocasiones en las que
necesitamos sacrificar un poco de nuestro tiempo e incluso de nuestra propia
amistad con la persona para decirle lo que necesita escuchar y lo que le hará
mejor y no sólo lo que le conviene o quiere escuchar. A nadie nos gustaría que
nos aconsejaran en lo que estamos mal, pero sabes que quien lo hace es porque
nos ama, y más cuando lo hacen con caridad y amistad.
Igual Jesús en el Evangelio nos
da una gran lección de esta obra de misericordia. Cuando de noche Nicodemo se
presenta a Jesús, no lo hace porque no tenía tiempo en el día o porque haya
sido la única ocasión de encuentro con el Señor, sino por miedo. En este
diálogo Jesús, que conoce los corazones, no responde a Nicodemo con lo que él
pretende, sino que lo exhorta a nacer de nuevo, en el Espíritu. Así pues
Nicodemo recibe de Jesús un consejo admirable, y lo recibe porque Jesús
entiende que él lo necesita. (Jn 3, 1-21)
Así de muchas maneras en el
Evangelio podemos ver distintos pasajes que nos muestran lo valioso que resulta
ser un consejo en el momento apropiado, como la huida a Egipto o el cambio de
camino de los Magos, para no regresar con Herodes. (Mt 2, 12-13)
Por todo esto podemos descubrir
que dar buen consejo al que lo necesita implica tres cosas; primero dedicar un
tiempo de diálogo personal, como Jesús con Nicodemo. Segundo, ser oportuno como
el anuncio a los Magos. Y tercero, descubrir que es un don de Dios, “porque a
uno Dios, a través del Espíritu Santo, le concede habar con sabiduría” (1 Cor
12, 8). Esta fue la enseñanza que agradezco a Violeta.
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