Gracias a todos.

    Mi primer sentimiento al escribir estas líneas de despedida como director de este medio es de gratitud. Estar al frente de tan honorable periódico es una gran responsabilidad, pero al mismo tiempo es un gusto y una oportunidad de servir a la iglesia diocesana con las facultades que Dios me ha regalado.

    Desde enero del 2012 tuve la oportunidad de dirigir estas páginas que semana a semana llegaron hasta sus manos. Mi misión fue siempre llevar buenas noticias hasta sus hogares, aunque a veces estas notas fueran tristes y amargas por los eventos trágicos que algunos hermanos sufrieron.

   Cada edición, cada número, cada semana es una aventura, pues los eventos nunca son tan cotidianos como parecen, siempre hay cosas diferentes, siempre hay cambios de ruta, siempre hay que ver la realidad con ojos de sorpresa y novedad.

Durante este tiempo nos aventuramos a muchas cosas, desde el cambio de papel e imprenta, hasta una remodelación del diseño y de artículos. Otras tantas cosas continuaron igual, pues este tesoro en páginas de papel siempre ha tenido cosas buenas que anunciar.

    El periódico diocesano es el registro gráfico de la vida diocesana, en estas páginas está el espíritu de una diócesis que camina rumbo al Padre. Es el testimonio de un pueblo que busca la voluntad de Dios mediante la verdad. Cada número de esta publicación tiene un carácter histórico en el camino de la salvación.

Personalmente leí y releí estas páginas encontrando siempre material muy valioso. Así mismo estuve al pendiente de su distribución y difusión. Me emocioné con el proceso de edición, sufrí con las bajas en la distribución. Me encantaba ver cada semana el resultado del trabajo de muchas manos y el testimonio de muchas vidas retratado en estas páginas, y al mismo tiempo siempre pensé que me hizo falta un poco más para dar el salto a la excelencia que soñamos alcanzar.

    Ahora le dejo la estafeta al Padre Ildefonso, que sin lugar a dudas llevará estas páginas más allá de lo imaginado. Por eso estoy contento, pues una nueva etapa espera a este medio. Se queda en buenas manos.