Desde los primeros años del cristianismo y
hasta principios de este siglo, la tarea de la Evangelización estuvo reservada
únicamente a los sacerdotes y religiosos de la Iglesia. Pero los tiempos han
cambiado y ahora se hace necesario que todo cristiano debe participar en la misión
profética, sea sacerdote, religioso,
laico y familia.
El mundo necesita Apóstoles de la Nueva
Evangelización de todas las edades, razas, nacionalidades y oficios, que
anuncien el Evangelio. Y anunciar es más que decir algo, contar o enseñar.
Anunciar es afirmar, gritar, comunicar, es transmitir con toda la vida. Y
anunciamos no un mensaje frío o un
simple cuerpo doctrinal. Anunciamos ante todo una Persona, un acontecimiento:
Cristo nos ama y ha dado su vida por nosotros.
Por eso el evangelizador o catequista debe
ser alguien con una fuerte experiencia de Dios, enraizado en la Palabra, con
una fe profunda y atento a la realidad del mundo, donde está llamado a
proclamar el Evangelio. La Iglesia y nuestro mundo necesitan evangelizadores y
catequistas santos, que contagien con su sola presencia y que no solo hablen de
Cristo sino que con su testimonio muestren el rostro de Jesús en nuestro mundo
confundido por tantas otras propuestas.
Ante este nuevo y desafiante horizonte
cultural, la Iglesia necesita de la fortaleza y perseverancia de los
evangelizadores y catequistas para que sigan anunciando con alegría que Jesús
es el Señor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Agradecemos tus comentarios
(Los comentarios son moderados)