San Román Adame Mártir, quiso la
providencia divina que derramara su sangre en Yahualica aquella triste mañana
del 21 de abril de 1927, en el panteón de la calavera; después de estar amarrado
frente al templo parroquial tres días y
de que se pagara un rescate que pidió el coronel que estaba al mando.
¡Y cómo nuestro pueblo no iba a
venerar a tan insigne santo!
Se
celebró un triduo en su honor del 19 al 21 de abril de 2016 en el templo
parroquial de San Miguel Arcángel, culminando el festejo con la celebración eucarística en el lugar
donde fue su martirio; celebración presidida por el P. Saúl Legazpi Sandoval y
en la cual nos motivó a imitar las cualidades de San Román, en las que destacan:
el profundo amor a la Virgen María a la que honraba rezando diariamente el
rosario; fue un hombre sencillo, paciente... nunca renegó de las dificultades a
pesar de que tuvo muchas en las comunidades donde dio prestó su ministerio;
también fue un sacerdote muy trabajador, responsable; no abandonó sus
feligreses en tiempos de persecución; sin poner como pretexto su edad, ya que
contaba con 68 años cuando fue fusilado.
Una anécdota en la vida de San Román
es:” En la comunidad del Molino se llevaba a cabo la construcción del templo y
acostumbraba repicar y tirar cohetes cada vez que se cerraba una bóveda, y
dijo: “El día que se cierre la cúpula, hacemos una fiesta que huela a cielo”
Tiempo
después fue aprehendido en el rancho de veladores y llevado a Yahualica para
ser ejecutado y sucedió que el mismo día de su martirio y casi a la misma hora,
entre 9:30 am y 10:00 am, ponían la última piedra de la cúpula en el templo del
Molino y se oyeron los repiques y los cohetes.
Al darse cuenta las personas del
lugar de la muerte del señor cura Adame dijeron: “Al señor cura Román sí le
olió a cielo” Y qué mejor fiesta, ya que había sido mártir”.
Después de Misa, en procesión fue
llevada la imagen de San Román y su reliquia, por las calles de la comunidad
hasta el templo parroquial de San Miguel acompañado de banda de música y el
fervor de los yahualiscenses; al llegar, un prolongado repique anunciaba el
término de las festividades al Santo Mártir que antes de morir expresó:
“Muero inocente, perdono de todo corazón al
que me entregó en manos de los que me van a abrir las puertas del cielo”
“Ofrezco mi sangre por la conversión de mi pueblo y para que reconozcan y amen
a sus sacerdotes”
¡Bendito Dios que
me ha traído a este lugar, pues así lo dispuso la Providencia Divina”
No dejemos de orar, para que nuestra
tierra regada con la sangre de nuestro Mártir, sea cuna de santos
sacerdotes. Que así sea.
Por: Luz María Mora
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