miércoles, 11 de mayo de 2016

“QUÉ DICHA SER MÁRTIR, DAR MI SANGRE POR LA PARROQUIA”




            San Román Adame Mártir, quiso la providencia divina que derramara su sangre en Yahualica aquella triste mañana del 21 de abril de 1927, en el panteón de la calavera; después de estar amarrado frente al templo parroquial  tres días y de que se pagara un rescate que pidió el coronel que estaba al mando.

            ¡Y cómo nuestro pueblo no iba a venerar a tan insigne santo!
Se celebró un triduo en su honor del 19 al 21 de abril de 2016 en el templo parroquial de San Miguel Arcángel, culminando el festejo  con la celebración eucarística en el lugar donde fue su martirio; celebración presidida por el P. Saúl Legazpi Sandoval y en la cual nos motivó a imitar las cualidades de San Román, en las que destacan: el profundo amor a la Virgen María a la que honraba rezando diariamente el rosario; fue un hombre sencillo, paciente... nunca renegó de las dificultades a pesar de que tuvo muchas en las comunidades donde dio prestó su ministerio; también fue un sacerdote muy trabajador, responsable; no abandonó sus feligreses en tiempos de persecución; sin poner como pretexto su edad, ya que contaba con 68 años cuando fue fusilado.
            Una anécdota en la vida de San Román es:” En la comunidad del Molino se llevaba a cabo la construcción del templo y acostumbraba repicar y tirar cohetes cada vez que se cerraba una bóveda, y dijo: “El día que se cierre la cúpula, hacemos una fiesta que huela a cielo”
Tiempo después fue aprehendido en el rancho de veladores y llevado a Yahualica para ser ejecutado y sucedió que el mismo día de su martirio y casi a la misma hora, entre 9:30 am y 10:00 am, ponían la última piedra de la cúpula en el templo del Molino y se oyeron los repiques y los cohetes.  Al darse cuenta  las personas del lugar de la muerte del señor cura Adame dijeron: “Al señor cura Román sí le olió a cielo” Y qué mejor fiesta, ya que había sido mártir”.

            Después de Misa, en procesión fue llevada la imagen de San Román y su reliquia, por las calles de la comunidad hasta el templo parroquial de San Miguel acompañado de banda de música y el fervor de los yahualiscenses; al llegar, un prolongado repique anunciaba el término de las festividades al Santo Mártir que antes de morir expresó:
 “Muero inocente, perdono de todo corazón al que me entregó en manos de los que me van a abrir las puertas del cielo” “Ofrezco mi sangre por la conversión de mi pueblo y para que reconozcan y amen a sus sacerdotes”
¡Bendito Dios que me ha traído a este lugar, pues así lo dispuso la Providencia Divina”

            No dejemos de orar, para que nuestra tierra regada con la sangre de nuestro Mártir, sea cuna  de santos  sacerdotes. Que así sea.
Por: Luz María Mora

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