martes, 7 de julio de 2015

Por sus frutos los conocerán:


                Un sueño hecho realidad el ver culminada esta 8ª generación de bioética; nos alegramos con este grupo de 26 egresados. Queremos seguir motivando a participar en los diplomados de Bioética, próximamente con sede en Lagos de Moreno y seguir alentando al actual grupo de Yahualica.

                María del Rosario Lara Flores, ama de casa, abuela y mujer llena de entusiasmo por seguir formándose nos dirigía unas palabras el día de la clausura que nos gustaría compartirlas con ustedes:

                "Honorables miembros del presídium, maestros, compañeros, familiares y amigos.
Con el inmerecido honor, de representa a mis compañeros, graduados en este diplomado de bioética Teológica, octava generación, con sede en el Seminario Mayor de San Juan de los Lagos, me atrevo a dirigir las siguientes palabras.

                Agradecemos sinceramente la oportunidad que nos brindan al compartir con nosotros este momento tan especial, lleno de satisfacción y alegría. Así como externar nuestro agradecimiento a Dios y a nuestra Virgencita de San Juan, por esta hermosa oportunidad de crecimiento humano. Por supuesto, a cada uno de nuestros maestros, muchas gracias por permitirnos aprender de ustedes, gracias por su paciencia, capacidad y profesionalismo, por su valioso tiempo y sobre todo su esfuerzo, por que, pese a no ser un grupo homogéneo, comprendimos, en especial quienes no somos seminaristas, lo que nos querían transmitir; con su sabiduría iluminaron nuestro pensamiento. Trataremos de no olvidar todo el apoyo y conocimiento que nos brindaron. Gracias a nuestros familiares por su comprensión y respaldo, por sus palabras de aliento, facilitándonos así el mejor aprovechamiento de este diplomado. 

                Llegar a esto no fue fácil, lo logramos con un gran esfuerzo, preocupaciones, desveladas, miedos, horas de estudio, por lo que nos provoca una enorme satisfacción y una profunda alegría; somos afortunados y privilegiados, por lo tanto sintámonos responsables y con obligación de ser personas capaces de transmitir, trascender, y transformar nuestro entorno. 

                Se estudia Bioética no para saber más, sino para ser mejores personas... un objetivo que nos quedó claro desde el inicio de este diplomado. Sólo el hombre, con sus características propias como inteligencia, voluntad y libertad, marca diferencias que le permiten ser una criatura superior y dominante respecto a los demás elementos de la naturaleza que lo rodean. Y sólo el hombre tiene en sus manos el dominio del mundo y debe dirigir sus esfuerzos para perfeccionarlo y darle sentido, con la finalidad de hacerlo cada día más coherente con el fin para el que fue creado. 

                La adversidad, la incertidumbre, son materia prima de todos los días, que nos invitan a mantener el equilibrio y sacar lo mejor de nosotros mismos. La violencia, la globalización, las nuevas tecnologías, la falta de empleo, de principios y de valores, provocan diferentes problemas sociales y de salud en los individuos. Por lo que debemos estar atentos a estos cambios y actuar en consecuencia para hacer del diario vivir algo más confortable, más justo, más digno, más humano. 

                Todos tenemos sueños que deseamos se hagan realidad, ideales que anhelamos se conviertan en conquistas, anhelos que mantienen con entusiasmo nuestro diario vivir. Responder con creatividad, sentido moral y ético a los desafíos actuales, buscando humanizar las decisiones tomadas en el mundo de las ciencias, de la vida y de la salud, es un gran reto. 

                Bioética Teológica nos removió y fortaleció los principios, y valores cimentados por nuestros padres. Con sus cuatro principios, no maleficia, beneficia, autonomía y justicia, nos brinda las herramientas que nos permitirán ser más cautelosos, analíticos y responsables de nuestras actitudes y decisiones. No olvidemos la dignidad de nuestros semejantes, el hombre como fin, no como medio. Gracias Padre Lalo por permitirnos estos niveles de conciencia, Dios permita que se logren aquí, los nuevos chinchachomas, hombres coherentes con su hablar y su hacer, que tanto necesitamos; hombres y mujeres que cambiemos el debo, por el quiero... y si no Teresas de Calcuta, aunque sea personas más sensibles al dolor y necesidades de nuestro entorno y tiempo; seres capaces de ver en los demás la imagen de Dios vivo y presente de manera muy especial en aquellos que, por sus carencias y necesidades, nos recuerdan que al final de la vida sólo queda lo que hemos hecho por los demás.


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