Un sueño hecho realidad el ver
culminada esta 8ª generación de bioética; nos alegramos con este grupo de 26
egresados. Queremos seguir motivando a participar en los diplomados de
Bioética, próximamente con sede en Lagos de Moreno y seguir alentando al actual
grupo de Yahualica.
María del Rosario Lara Flores,
ama de casa, abuela y mujer llena de entusiasmo por seguir formándose nos
dirigía unas palabras el día de la clausura que nos gustaría compartirlas con
ustedes:
"Honorables miembros del
presídium, maestros, compañeros, familiares y amigos.
Con el
inmerecido honor, de representa a mis compañeros, graduados en este diplomado
de bioética Teológica, octava generación, con sede en el Seminario Mayor de San
Juan de los Lagos, me atrevo a dirigir las siguientes palabras.
Agradecemos sinceramente la
oportunidad que nos brindan al compartir con nosotros este momento tan
especial, lleno de satisfacción y alegría. Así como externar nuestro
agradecimiento a Dios y a nuestra Virgencita de San Juan, por esta hermosa
oportunidad de crecimiento humano. Por supuesto, a cada uno de nuestros
maestros, muchas gracias por permitirnos aprender de ustedes, gracias por su
paciencia, capacidad y profesionalismo, por su valioso tiempo y sobre todo su
esfuerzo, por que, pese a no ser un grupo homogéneo, comprendimos, en especial
quienes no somos seminaristas, lo que nos querían transmitir; con su sabiduría
iluminaron nuestro pensamiento. Trataremos de no olvidar todo el apoyo y
conocimiento que nos brindaron. Gracias a nuestros familiares por su
comprensión y respaldo, por sus palabras de aliento, facilitándonos así el
mejor aprovechamiento de este diplomado.
Llegar a esto no fue fácil, lo
logramos con un gran esfuerzo, preocupaciones, desveladas, miedos, horas de
estudio, por lo que nos provoca una enorme satisfacción y una profunda alegría;
somos afortunados y privilegiados, por lo tanto sintámonos responsables y con
obligación de ser personas capaces de transmitir, trascender, y transformar
nuestro entorno.
Se estudia Bioética no para
saber más, sino para ser mejores personas... un objetivo que nos quedó
claro desde el inicio de este diplomado. Sólo el hombre, con sus
características propias como inteligencia, voluntad y libertad, marca
diferencias que le permiten ser una criatura superior y dominante respecto a
los demás elementos de la naturaleza que lo rodean. Y sólo el hombre tiene en
sus manos el dominio del mundo y debe dirigir sus esfuerzos para perfeccionarlo
y darle sentido, con la finalidad de hacerlo cada día más coherente con el fin
para el que fue creado.
La adversidad, la incertidumbre,
son materia prima de todos los días, que nos invitan a mantener el equilibrio y
sacar lo mejor de nosotros mismos. La violencia, la globalización, las nuevas
tecnologías, la falta de empleo, de principios y de valores, provocan
diferentes problemas sociales y de salud en los individuos. Por lo que
debemos estar atentos a estos cambios y actuar en consecuencia para hacer del
diario vivir algo más confortable, más justo, más digno, más humano.
Todos tenemos sueños que
deseamos se hagan realidad, ideales que anhelamos se conviertan en conquistas,
anhelos que mantienen con entusiasmo nuestro diario vivir. Responder con
creatividad, sentido moral y ético a los desafíos actuales, buscando humanizar
las decisiones tomadas en el mundo de las ciencias, de la vida y de la salud,
es un gran reto.
Bioética Teológica nos removió y
fortaleció los principios, y valores cimentados por nuestros padres. Con sus
cuatro principios, no maleficia, beneficia, autonomía y justicia, nos brinda
las herramientas que nos permitirán ser más cautelosos, analíticos y
responsables de nuestras actitudes y decisiones. No olvidemos la dignidad de
nuestros semejantes, el hombre como fin, no como medio. Gracias Padre Lalo por
permitirnos estos niveles de conciencia, Dios permita que se logren aquí, los
nuevos chinchachomas, hombres coherentes con su hablar y su hacer, que tanto
necesitamos; hombres y mujeres que cambiemos el debo, por el quiero... y si no
Teresas de Calcuta, aunque sea personas más sensibles al dolor y necesidades de
nuestro entorno y tiempo; seres capaces de ver en los demás la imagen de Dios
vivo y presente de manera muy especial en aquellos que, por sus carencias y
necesidades, nos recuerdan que al final de la vida sólo queda lo que hemos
hecho por los demás.
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