Nuestras fiestas patronales transcurrieron como es costumbre… Se prepararon con anticipación, con la Vigilia de Adoración al Santísimo; luego la
peregrinación de la cera abrió el telón para que dieran comienzo las
festividades. Durante el novenario, los diferentes barrios, rancherías y
grupos, peregrinamos hacia el templo parroquial y participamos en las
celebraciones eucarísticas y en el rezo de la novena. También las personas
enfermas se hicieron presentes y fueron
reconfortadas con el sacramento de la Unción de Enfermos.
Y en este ambiente de júbilo, varios
niños recibieron por primera vez a Nuestro Señor en la Eucaristía, algunos
jóvenes la Confirmación y un buen número de parejas sellaron su compromiso
recibiendo el sacramento del Matrimonio.
Tuvimos la visita de varios
sacerdotes que han dejado parte de su vida y su historia en esta comunidad, así
como de algunos nacidos aquí y varios invitados a compartir su fe entre
nosotros. También nuestros paisanos
provenientes de Estados Unidos y de algunos estados de nuestro país se hicieron
presentes, agradecidos participaron en su peregrinación la cual fue numerosa.
Por la noche del domingo 28 se llevo a cabo la romería con carros alegóricos
que portaban las diversas imágenes tan queridas por nosotros, el pueblo se
congregó en diferentes calles por donde pasaría y manifestamos con alegría la
fe recibida.
Sin duda alguna, lo que más llama la
atención a los visitantes y sigue emocionando a los que residimos en Yahualica,
son la Entradas de la Imágenes que año tras año visitan el templo parroquial
para hacer más solemne el festejo a nuestro Santo Patrono. Quizás sea el fervor,
el sacrificio y la devoción que se
entreteje con el estruendo de las ristras y cohetes, con las danzas y la música…
Quizás sea porque sentimos la mirada del
Señor que nos sigue invitando a ser mejores… Porque ver y sentir la presencia
del Señor del Encino, del Niño de Flamacordis, de San José y de la Virgen del Rosario, es tener presente nuestra
niñez, nuestros ancianos, nuestros amigos; el recuerdo de quienes ya no están
entre nosotros, la memoria de aquellos que nos inculcaron los valores cristianos y las
fuertes tradiciones que llevamos impregnadas en nuestro ser; valores y
costumbres que se niegan a morir; aunque
muchas veces quieren ser ahogados por
los vicios y el oleaje de modas ajenas…
Cada fiesta es una oportunidad para reflexionar y este
año meditamos en las Bienaventuranzas , los signos externos nos recuerdan lo
que celebramos; que no nos quedemos solo en eso y ojalá vayamos purificando nuestra religiosidad
popular, para honrar más a San Miguel Arcángel, quien nos invita cada día a
luchar y a proclamar con valor: ¡Quién como Dios!
Por: Luz Ma Mora
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