“Crónica de unas fiestas
singulares a la Virgen María”
Una tradición centenaria
le ha dedicado a la Virgen María el mes de mayo. Y ¿por qué de mayo? Porque es,
para nosotros, el mes de las flores. Porque es el mes en que las más bellas
flores se dan en nuestros huertos. Ahora, en nuestros tiempos, más se ha
justificado mayo, por ser el 10, día de la Madre, siendo María la Madre de
todas las Madres y el mejor modelo de madre.
Y la honra a la Madre de
Dios y Madre nuestra, en mayo, se hizo ofreciéndole flores. Y con las flores,
las flores del rosario. Y más prendió esta devoción, porque el rosario, en
aquellos tiempos, antes del Concilio Vaticano II, llenaba con él, el mejor
tiempo de la tarde, aún sin misas vespertinas. En mayo, se inventó el
ofrecimiento de flores en el rosario para fomentarlo, sobre todo a las pequeñas
niñas, que vestidas de blanco, como “almas en gracia” empezaban a gorjear el
rosario.
En el marco de esta muy
piadosa y bella tradición mariana de mayo, el pueblo de San Juan de los Lagos,
que tenía fiestas marianas para todos: el 8 de diciembre la Inmaculada
Concepción, la Virgen de la Candelaria el 2 de febrero y la Asunción de María
el 15 de agosto, escogió la suya, y bien le pareció, no un triduo, ni un
novenario, ni quincenario, sino todo el mes de mayo con sus 31 días.
Así, pues, tiene
muchísimos años el pueblo de San Juan de los Lagos de venir celebrando a
Nuestra Señora de San Juan, el mes de mayo.
Pero y ¿qué hace San
Juan de los Lagos, con mayor singularidad que todos nuestros pueblos de los
Altos de Jalisco? San Juan de los Lagos se distingue por: sus flores, sus
cantos, sus monos y su larga letanía de familias y de gremios que participan.
LAS FLORES: Nunca como
en mayo, el altar de la Virgen de San Juan queda lleno de flores sin
interrupción y en abundancia. Las manos artistas de mujeres sanjuanenses van
bordando de flores sobre el verde musgo, bellas filigranas de monogramas, sobre
todo, marianos. Es una fiesta y tradición reunirse en casa, cada familia con
sus invitados a tejer estos arreglos, en
alegre convivencia y parloteo, terminando siempre con una exquisita comida para
todos, para luego ir a colocar, los nuevos adornos, sobre los candeleros y
blandones del altar. Las flores son también la fresca y perfumada ofrenda que
llevan, como peregrinos, a la Virgen de San Juan, todos los gremios y la armada
de blancos y traviesos angelitos a la hora del rosario solemne y vespertino.
LOS CANTOS: En mayo,
desde la madrugada hasta la noche, hay mañanitas dulces y añejas que evocan el
cantar de siglos de peregrinos en este santuario. Hay hermosísimas tonadas,
románticas y armónicas, que hablan con mucho sentimiento de María. Son
verdaderas joyas musicales, unas autóctonas, y otras, de casi anónimos
compositores piadosos y geniales. Al oírlas se nublan los ojos de lágrimas y se
estremece el corazón buscando a la Madre, sobre cuando todo el concierto
siempre termina, con la canción LA MANDA, cada día más, el himno de la Virgen
de San Juan.
LOS MONOS: Vieja
tradición traída de España, en los tiempos de la Nueva España, el México
Colonial, Gigantillas,
Mojigangas o Monos que desde su altura y disfraz, anuncian y hacen la fiesta.
Desfile profano con el séquito de la ruidosa y rítmica banda que hace bailar
aquellas gigantescas caricaturas, seguidas por una parvada de niños danzarines
que baila su cuerpo y asoman sus ojos, mientras todo el pueblo, todos los días
disfruta viendo pasar el desfile.
LOS GREMIOS: El pueblo
se divide en 31 gremios y 31 familias devotas, que tienen su manda de tomar un
día de mayo para agradecer los favores recibidos. Estos 31 días de visitar a la
Virgen, de obsequiarla con flores, de aplaudirle y rezarle con mayor
vehemencia, hace pensar que son el retablo más largo que agradece el milagro
cotidiano que Dios les hace con su divina providencia, gracias a la Virgencita
de San Juan.
Y precisamente termina,
cosa inaudita, con el último gremio, compuesto por todo el clero de catedral,
todas las religiosas que sirven en catedral y por todos los trabajadores laicos
que ahí laboran. Como todos, cantan las mañanitas, entran de rodillas, ofrecen
flores, aplauden, conviven y cantan al final “la Manda”, porque todos se
sienten el pueblo de San Juan que tiene la dicha de ser, también, DE LA
VIRGENCITA DE SAN JUAN.
Atte. Sr. Cango. P.
Jaime E. Gutiérrez.