lunes, 13 de abril de 2015

Santo Sabás Reyes


Su nombre completo es José Sabás Reyes Salazar, nació  el  5  de  diciembre  de  1883  en  Cocula,  Jalisco.
Sus  padres  eran  Norberto  Reyes  y Francisca  Salazar.  No  eran  gente  acomodada.  Todo  lo  contrario,  su  familia  pasaba verdaderamente por muchas estrecheces económicas. Por ello el muchacho Sabás tuvo que empezar a ganarse el pan muy pronto.
La extremada pobreza de sus padres lo obligaba a ello. Desde niño trabajó de papelerito voceador de periódicos en Guadalajara. Pero nuestro Señor Jesucristo lo tenía destinado para ser vocero de su Evangelio. Se le abrieron así las puertas del seminario de Guadalajara.
Pronto las dificultades se dieron cita en la vida del joven seminarista. Sabás no sobresalía por sus dotes intelectuales. Era, lo que se suele decir, escaso en ellas, o de cortas luces. Lo habían notado  los  superiores  del  seminario.  Al  rector  no  se  le  ocurrió  otra  cosa  que  aconsejarle cambiar  de  seminario  y  lo  recomendó  ante  la  diócesis  de  Tamaulipas,  necesitada  de sacerdotes y que parece ser se contentaba. Allí acabaría sus estudios de formación para el sacerdocio  y  allí  sería  ordenado  sacerdote  el  día  de  Navidad  de  1911  por  el  obispo  de Tamaulipas, y había celebrado su primera misa el 6 de enero de 1912 en el templo de Nuestra Señora de Belén, en Guadalajara, Jalisco.
Le tocará vivir su sacerdocio en algunos de los lugares más castigados por la persecución anticatólica. Comenzó precisamente su ministerio sacerdotal en la localidad de Tantoyuca de aquella diócesis. Pero allí duraría poco, pues la persecución religiosa que enseguida zarandeó casi todo México llegó también con vehemencia a Tamaulipas en 1914, por lo que el joven sacerdote se vio obligado a volver a su tierra natal. Aquí fue mandado a varios lugares: San Cristóbal de la Barranca, Plan de Barrancas, Hostotipaquillo y Atemajac de Brizuela, y en 1919 pasó a la parroquia de Tototlán, para colaborar con el señor cura Francisco Vizcarra Ruiz, primero como capellán de la hacienda de San Antonio de Gómez y después en 1921, en la cabecera parroquial. Y fue en Tototlán donde el padre Sabás tendrá que dar su testimonio cabal de Cristo. A partir de agosto de 1926 las cosas se pusieron muy feas por doquier para los sacerdotes y para los católicos. Con el culto suspendido en los templos de toda la República, el párroco de Tototlán se retiró del pueblo y quedó el padre Sabás con el encargo de administrar los sacramentos. Pero también Tototlán era uno de los lugares más significados en la lucha cristera y por ello de los más castigados por la federación, cuando lo invadía, y perpetraba en la población todo género de desmanes.
 Los combates entre los soldados del gobierno y los defensores cristeros estaban a la orden del día, y casi siempre los federales llevaban la de perder ante la fuerza moral y las motivaciones de los cristeros, no obstante su escasez de medios y su gran pobreza. Como los sacerdotes eran perseguidos a muerte, el padre Reyes tuvo que esconderse. Incluso algunos buenos vecinos le sugerían que mejor se fuera de Tototlán porque si lo agarraban lo iban a matar seguramente. Sin embargo el padre Sabás contestaba siempre lo mismo: “Tengan fe”.

A mí me dejaron de encargado y no sale bien irme. Dios sabrá. Me ofrecen ayuda en otras partes, pero me dejaron y aquí esperamos, a ver qué Dios dispone”.Murió el 13 de abril, ciertamente el sacerdote sufrió literalmente los tormentos de la pasión del Señor, un mar de penas y tormentos en aquel miércoles Santo de 1927. Fue beatificado el 22 de noviembre de 1992 en Roma, y canonizado el 21 de mayo de 2000, Año Santo Jubilar, por el Beato Juan Pablo II.

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