martes, 28 de abril de 2015

Padre Victoriano Villaseñor Bienvenido a la casa del Padre


En una solemne concelebración Eucaristía en el templo parroquial del Espíritu Santo de Tepatitlán la comunidad diocesana agradeció a Dios el don de la vida y el ministerio sacerdotal del padre Victoriano Villaseñor Jiménez, confiados en que ahora está gozando del premio de la vida eterna. El padre Victoriano nació el 2 de noviembre de 1957 en Tepatilán de Morelos, Jalisco. Fue ordenado sacerdote el 1 de mayo de 1993 y desempeñó su ministerio sacerdotal en  La concelebración eucarística, con cerca de 150 sacerdotes y un gran número de feligreses venidos de distintas partes de la diócesis de San Juan y fuera de ella, fue presidida por el obispo de la diócesis de Tacámbaro, monseñor Gerardo Díaz, quien, antes de ser obispo, fue compañero en el ministerio del padre Victoriano, en la parroquia de María, Reina y Madre de los Campesinos, en Tepatitlán. Partiendo de diversos textos bíblicos, el padre Rafael Domínguez, quien pronunció la homilía ayudó a la reflexión sobre el sentido de la muerte para un cristiano: “San Pablo, escribiendo a los Filipenses  a cerca de su propia muerte dice “conforme a lo que aguardo y espero, que en modo alguno seré confundido; antes bien, que con plena seguridad, ahora como siempre, Cristo será glorificado en mi cuerpo, por mi vida o por mi muerte, pues para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si el vivir en la carne significa para mí trabajo fecundo, no sé qué prefiero, me siento apremiado por las dos partes; por una parte deseo morir y estar con Cristo, lo cual es ciertamente lo mejor para mí; más por otra parte quisiera quedarme en la carne, porque eso sería mejor para ustedes”.  “El apóstol nos presenta - continuó el padre Rafael -  los dos o tres primeros pensamientos que surgen en nuestra mente ante la muerte. Como seres humanos tenemos esta alternativa: vivir o morir. Vivir para la carne o morir para la carne y vivir para el Señor. Victoriano ¿qué hubiera preferido? No lo sé, solo sé que ahora ha muerto para la carne pero que  estaba cumpliendo su ministerio como sacerdote, sencillo, alegre, en su parroquia y en su decanato, con su comunidad y sus compañeros sacerdotes”. La comunidad de Cañadas de Obregón, lugar donde ejercía últimamente su ministerio sacerdotal el padre Victoriano, ha llorado en poco tiempo la muerte de dos de sus sacerdotes. En abril de 2013, luego de un trágico accidente falleció el padre Roberto Pablo, y ahora, dos años después a causa de un infarto muere el padre Victoriano. Dirigiéndose a sus familiares, el padre Rafael expresó: “Si hay un dolor en la muerte es el que nosotros sentimos por la muerte, pero nuestro seres queridos que se van, ya no sufren, para ellos no hay dolor, el dolor  es para quienes nos quedamos. Ellos han pasado a la presencia del Padre. Subrayo las palabras que hoy se nos han proclamado bellamente del libro de la Sabiduría, capítulo 3:`En cambió, la almas de los justos están en las manos de  Dios, no les alcanzará tormento alguno.

A los ojos de los insensatos pareció que habían muerto, se tuvo por quebranto su partida de entre nosotros , pero ellos están en paz ́”. Al final de la concelebración el  señor cura Alberto Villaseñor, hermano del padre Victoriano, expresó su gratitud ante las muestras de fraternidad sacerdotal y la solidaridad de las personas de las distintas comunidades que se mantuvieron durante estos días en oración. El Mensajero Diocesano se une a la acción de gracias por la vida y el ministerio sacerdotal del padre Victoriano y ora por sus familiares y amigos.

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